domingo, 30 de mayo de 2010

Liu Xiang: de diamante a polvo de estrella



Por Sebastián Dulbeca (Desde Shangai)

Diez obstáculos y 13.40 segundos después, Liu Xiang, prematuro juguete roto, desdichado yin del atletismo contemporáneo, no tenía oxígeno ni palabras para explicarse ante 1.300 millones (cifra oficial) de chinos. Ahí, en la línea de meta, mientras boqueaba junto a una mancha negra que no era Dayron Robles (¿quién habló de hermandad chino-cubana?), comenzó de verdad la participación del antiguo campeón en la Diamond League Shanghai.

Para sorpresa generalizada, su triste tercer puesto dio para forzar una vuelta al estadio publicitaria, lastimosa y tan cruel que pareció premeditada. El Michael Jordan asiático (Nike 'insistit') tuvo que pasar frente al rótulo que en cada curva del estadio rememora el éxito de Beijing 2008 con afán patriotero. Unos aros olímpicos que para Xiang, hasta ese momento capaz de volar (traducción literal de su apellido), han acabado por convertirse en grilletes.

En una sociedad necesitada de héroes, la imagen del oro de Atenas 2004 abatido en el tartán del Nido de Pájaro sigue funcionando como shock colectivo, como imprevisto frenazo a sus aspiraciones de superpotencia. Decir que el vallista compareció en casa lesionado en el tendón de Aquiles por imperativo del guión no es precisamente inventar la pólvora. Tampoco hacer notar que ha pasado el tiempo de la compasión y el lamento y a Xiang no se le desea la recuperación; se le exige la resurrección. Sobre todo ahora que el otro coloso del deporte local, Yao Ming, anda igual de renqueante.

“Sostener a un país tan grande sobre tus hombros debe ser muy duro”, terció Bolt con alivio antillano en su regreso a China tras la exhibición de los Juegos. La otra perla de Shanghai, diamante reducido a polvo de estrella, fue hábil para entenderlo sin hablar una palabra de inglés. Sabedor de que aquellos instantes eternos de dolor del agosto pequinés podrían abocarle a la jubilación inminente, lleva ya tiempo mostrándose cansino en el hablar, lento en el proceder y resignado en el entrenar (“Otra lesión y me retiro”, ha confesado sin rodeos).

El pasado domingo, Liu Xiang marcó una décima más que Shi Dongpeng y casi dos y seis menos que Xie Wenjun y Jing Yin. Quizá al próximo Gran Salto Adelante ya asista como el espectador que seguro quiso ser hace dos años.

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