jueves, 5 de noviembre de 2009

El triste final del Abramovich del basket


Por Sole Leyva
Su Mercedes S500 se paró el pasado jueves frente a un semáforo de Moscú, muy cerca de la oficina de Vladimir Putin, uno de sus amigos íntimos. Dos pistoleros le esperaban escondidos en un Lada Priora, aparcado en un lateral de la calle. Dispararon hasta 18 veces contra el coche. Diez de las balas impactaron en su cuerpo.

Se acababa así el sueño de Shatbai Von Kalmanovic, 62 años, ex espía de la KGB , multimillonario amante del deporte, considerado por muchos el Abramovich del basket (era dueño y entrenador del Spartak de Moscú femenino). Su muerte, planeada, por encargo, un misterio que tiene difícil solución en un país donde el crimen viaja muchas veces bajo el paraguas del poder político y económico.

"Fue un asesinato planeado", sentenciaba la policía moscovita. Pero, ¿quién está detrás de su muerte? Echando un vistazo a su intenso currículum, el abanico se amplía como las alas de una mariposa. Nacido en la Lituania soviética en 1949, Kalmanovic se trasladó con su familia -judía- a Israel a comienzos de los 70. Fue detenido en 1986. La Justicia israelí le condenó a 10 años de cárcel acusado de espiar para la KGB. Ex agentes del servicio secreto admiten que no era un espía al uso, que pertenecía a una amplia red de agentes secretos, pero que no era un profesional. Como diría Gila, les hacía "chapuzas".

Mientras penaba condena su fortuna aumentaba ceros gracias a sospechosos negocios inmobiliarios en la capital rusa. Tras cumplir sólo siete años de condena -fue ayudado por las presiones de un importante lobby judío de Rusia y además alegó problemas de salud-, Kalmanovic volvió a Moscú, donde rápidamente montó una empresa de eventos. Entre sus méritos, llevar a actuar en Moscú en los 90 a estrellas del calado de Michael Jackson, Lizza Minelli -con la que se le vinculó sentimentalmente- o José Carreras. Para entonces ya era uno de los empresarios rusos más respetados... y forrados.

Sus negocios se diversificaron. Inmobiliarias, representación de famosos, negocios farmacéuticos, empresas deportivas. Amante del basket, a principios de los 90 compró acciones del Zalguiris Kaunas y se convirtió en dueño del Spartak de Moscú famenino, con el que ganó las últimas tres Euroligas. Gracias a él, estrellas de la WNBA, como Sue Bird o Daia Taurasi enseñaban su basket en Moscú durante el verano. Dicen que les pagaba diez veces de lo que cobraban en EEUU. Las baloncestistas eran su talón de Aquiles. Se le relacionó con varias de ellas. Cuentan que cuando alguna de sus jugadoras cumplía años, les dejaba la tarjeta de crédito para que se compraran lo que quisieran. Él pagaba.

Su último negocio, una empresa farmacéutica montada con un conocido jefe mafioso, Vyascheslav Ivankov, al que invitó hace un año a la boda de una de sus hijas -tenía cuatro hijos con tres mujeres distintas-. Ivankov fue tiroteado también el pasado verano. El negocio farmacéutico es un terreno pantanoso en Rusia y los países de su entorno. Mucho dinero en juego. En ese ámbito Kalmanovic no era un zar, como en el baloncesto, en el que invirtió millones de euros de su fortuna aun a cuenta de perder dinero... sólo por el placer de promocionar el deporte que amaba.