domingo, 6 de septiembre de 2009

Los León y el extraño atentado de ETA


Por Rocheteau
Érase una vez un señor de Mula (Murcia), trabajador del registro y sindicalista, de nombre León. Tuvo dos hijos y eligió sendos nombres compuestos: Pedro León y Juan León. Y Pedro, que a su vez concibió otros cuatro, conservó la tradición: el primero fue León, a secas, y los siguientes Pedro León, Luis León y Antonio León. Cosas de una familia llamada Sánchez.

La anécdota genealógica (mejor o peor contada, ya os la sabéis todos) habría bastado para ornar las gestas deportivas de los León —Luis, 25 años, ciclista y doble ganador en el Tour, y su hermano Pedro, 23 años, ala diestra del Getafe—. Pero no para alumbrar una leyenda. Para eso hacen falta tragedia, épica, destino... y una prensa como la española, tan dada a no confirmar las informaciones.

A Pedro León padre, guardia civil, lo destinaron al País Vasco de los años 80, una sabana de tiros y banderas en la que, vestido de verde y con tricornio, se era a veces cazador y a veces pieza de safari. Sólo habían nacido León y Luis, y la familia echaba los días sin salir en la casa cuartel de Aretxabaleta.

Recuerda la prensa patria (y se cuela hasta Wikipedia), cada vez que Luis cruza el primero la meta, cada vez que Pedro la clava en la escuadra, la historia del padre guardia civil herido en un atentado de ETA en Bilbao. Recuerda la prensa patria que fue un coche bomba y que, obligado a hacer bici para recuperar la movilidad en la pierna izquierda, transmitió a sus hijos un coraje a pedales como el que propulsó a Luis, el pasado Tour de Francia, hacia la victoria en el Col d’Agnès.

Sólo que no se trató de un atentado. Ni de un terrorista de ETA. Y ni siquiera ocurrió en Bilbao. Cosas de las leyendas. «Éramos una patrulla de nueve guardias con un cabo. Nos habían mandado a cubrir el paso de un alto cargo por la autovía Bilbao-Irún a la altura del peaje de Zarauz (Guipúzcoa). Tomamos el paso y yo protegía uno de los carriles. Un coche venía de frente y no deceleraba. Me embistió y pude echarme al suelo, pero me destrozó la pierna», rememora Pedro León.

El peligroso pistolero que atentó contra él era un conductor epiléptico que sufrió un ataque justo al acercarse al peaje y se estrelló cientos de metros después. Lo último que supo Pedro de él es que había sufrido ya 20 operaciones y seguía con mala pinta. León padre sigue sin entender de dónde ha salido la historia de ETA.

—Una última pregunta: ¿por qué usted no lo ha desmentido?
—Porque no me lo preguntó nadie.